Los "protas"

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De madre aventurera, hija trotamundos. Una aporta la experiencia, otra el sentido común. La suma de las dos: una serie de vivencias inolvidables y unos recuerdos indelebles.

domingo, 27 de julio de 2014

Trekking por la selva y noche en aldea Akha Pixor

Viernes 25 y sabado 26

Otra cosa no, pero el laosiano es tremendamente puntual. Habiamos quedado con Boun Hong a las 9, teniendo previamente algo de tiempo para nuestro "fao" matinal.

Repartidas las cosas entre tres mochilas, botellas de agua y zapatillas puestas, salimos directamente de la guest house dispuestos a caminar. El primer tramo era atravesar Boun Nea, que de por si ya es un "pueblo longaniza" algo interminable. Observados por muchos y disfrutando de una fresca manyana, llegamos a los confines de la civilizacion para adentrarnos por unos verdisimos campos de arroz.

Poco mas tarde, el camino comenzaba a ascender y estrecharse. Un pequenyo riachuelo cruzaba el camino, obligandonos a descalzarnos. Piedras con musgo y fondos resbaladizos, pero la ayuda de Boun Hong siempre venia a mano. En un par de cruces no volvimos siquiera a ponernos de nuevo los zapatos, sino que recorrimos descalzos algunos de los tramos, no demasiado separados entre si. Yo, secretamente, revisaba a diestra y siniestra en busca de sanguijuelas...

El trekking discurre por una de las pocas zonas de selva virgen que queda en el pais. Menos de un 40 por ciento de la superficie original permanece todavia en pie, mayormente talada por la ocupacion humana, en busca de tierras de cultivo. Aunque son conscientes de que deberian preservarla, la presion demografica, que en los ultimos anyos en Laos es tan brutal que se siguen extendiendo como un mal cancer.

Un sendero estrecho que antanyo era la unica via de comunicacion de algunas aldeas perdidas en las montanyas, que ascendia durante algo mas de cinco horas. Camino embarrado, algo resbaladizo,sombrio en la mayor parte, pero con ocasionales rayos de sol. El tiempo nos dio tregua y apenas cayeron algunas gotas que incluso agradecimos. Boun Hong insistia en hacer paradas ocasionales para reposar, aunque siquiera nos quitabamos las mochilas o nos sentabamos, con lo que finalmente cogia la indirecta y nos permitia continuar.

La parada para comer nos deparo una grata sorpresa. El "sticky rice" y la cocina de Boun Hong estaban realmente exquisitos y, en nuestra improvisada mesa de piedra con manteles de hoja de platano, nos supo realmente a gloria.

Insectos escandalosos, alguna ridicula y asquerosa sanguijuela, ruidos indefinibles, lluvias de hojas que hacen temblar la maleza y girar la cabeza, juegos de luces y sombras, calor, humedad, alguna rafaga perdida de viento... Y, por fin, una pequenya bajada, la calzada que nos llevaba directos a la aldea.

TBC....

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