Los "protas"

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De madre aventurera, hija trotamundos. Una aporta la experiencia, otra el sentido común. La suma de las dos: una serie de vivencias inolvidables y unos recuerdos indelebles.

domingo, 9 de septiembre de 2012

Bye, Malaysia. Hi, Singapore.

Lunes, 3 de septiembre.

No hay mejor forma de despedir una ciudad que abrazándola con calma, paseándose por sus entrañas y observando su cadencia. Teníamos la mañana calmada para poder ultimar nuestros recados, darnos un calmo desayuno y pasear por uno de nuestros lugares favoritos allá donde vayamos: el mercado. En Asia, estos rincones son  el paradigma de la vida diaria. No sólo se puede ver todo aquello que conforma la cotidianeidad y lo que se puede cocer en cada una de las casas, sino que también son el núcleo donde la gente se reúne para charlar, discutir, elucubrar y, por supuesto, zampar. Los asiáticos comen a toda hora, sin horario definido, sin unos márgenes establecidos. Cuando hay hambre. Apenas cocinan en casa, por lo que la calle rezuma siempre con puestecitos de casi todo a múltiples horas del día. Las calles siempre suponen una provocación al sentido del olfato.


Desde nuestro puesto de mando, junto al muelle de barquichuelas, observábamos el ir y venir de decenas de embarcaciones con rumbo a Gaya, donde, junto a los "resorts" más exclusivos, conviven cientos de personas que habitan sobre palafitos más o menos dignos, hacinados en el trozo que se les ha permitido y buscándose la vida de la mejor manera posible.


A las 12.30 habíamos quedado con el taxista. Para despedirnos de esta Malasia tranquila, pausada y ordenada, nada mejor que un chino alocado, con estrés y amor al claxon. Un poco de emoción camino al aeropuerto para empezar la jornada.

Nuestro vuelo a Singapur partió con total puntualidad. Air Asia es una especie de Ryanair asiática, pero carece de la animadversión que ésta levanta y es tenida como una aerolínea favorita. No se puede esperar lujos ni regalos, pero es correcta, cómoda y servicial.


En Singapur optamos por repetir la experiencia del hotel de la ida. El Fragrance Sapphire no reviste grandes lujos y es de los pocos alojamientos que te ofrece una triple. Singapur es una de esas ciudades donde no debes darte el lujo de ir sin tener algo reservado, no por falta de oferta, que la hay, sino por sus elevadísimos  precios. Las ofertas online suelen ser siempre mucho más ventajosas, por lo que fuimos con el pescado vendido y a sabiendas de que estaríamos en Geylang, el barrio rojo pero no por ellos más peligroso, sino más bien con una animación fuera de lo normal. Singapur es una ciudad estado. Una isla (aunque cuesta hacerse a la idea) de unos 45 kms de largo/ancho unida al continente malayo, con vida propia y una próspera independencia. El orden impera en cada rincón, incluso cuando debería carecer de él, pero todo está controlado, vigilado y registrado. A veces, incluso, es temible la sensación del "Big Brother is watching you".

Una de las peores decisiones llegado a este punto es dónde cenar. La oferta el Geylang es tan diversa y tan peculiar (y de las más económicas de la ciudad) que lo que hay que decidir es si quieres "porridge" de rana, buffet coreano o huevos al plato. Y, como es de esperar, lo más económico y fácil siempre es acudir a esos infinitos buffets donde todo viene arropado con noodles y con arroz.

Hacía tres semanas que habíamos gozado del mismo escenario pero ahora se veía todo con ojos diferentes. O éramos nosotros quienes habíamos cambiado?? Tal vez más de 20 días de inmersión te hacen disfrutar de las cosas con más relajo.

Y, como postre, un helado de durián. La fruta más paradójica del planeta.




Beach bummers. En Mamutik viendo pececitos...

Domingo, 2 de septiembre.

Un buen domingo, segun el credo malayo, hay que ser un verdadero dominguero: empezar con unos mee goreng (para variar, pero estos eran finos!!!) y aprovechar el mercadillo dominical de Jalan Gaya, la calle más "china" de la ciudad (aunque a nosotros nos da la sensación de que todo el país esta tomado comercialmente por el  gran imperio). Un escaparate para todo tipo de artículos, desde puestecitos de comida para llevar, hasta los de medicina tradicional, con esos remedios caseros tan estupendos, pasando, como no, por las sempiternas muestras de artesanía (enlatada y plastificada), ropa que solo me pondría en caso de querer participar en algun carnaval o gadgets imposibles.

El día había amanecido despejado y ya a las 8.30 el sol pegaba despiadado. Perfecto para ir a la playa!!!!!

Desde Jesselton Point nos fuimos a tomar la barca que traslada a la gente a las islas de alrededor de KK. Compramos los billetes en el hotel, ya que tienen un descuento de 10 ringgits por cabeza y, dado que la suma de todas las tasas, el "Conservation fee" y otras pequeñeces varias hacen que la excursion al final salga algo costosa, siempre va bien tener rebajas. Nos decidimos por Mamutik. Nos habian dicho que era la mas tranquila de las 5. A Gaya solo se puede acceder si te alojas en ella por un modico precio (empezando en unos 300 euros!!), Manukam es la que tiene mayor tamaño, mas infraestructura y por tanto mas gente. Sapi, que en marea baja se une a Gaya por un banco de arena, se suele llenar bastante y Sulug apenas tiene barcos que acudan a ella, ya que carece de cualquier tipo de instalación. Cuando llegamos sobre las 9.15 la parte circundante al muelle parecia una zona donde preparaban una convención o un banquete de boda. Decenas de mesas redondas con las sillas vestidas, colocadas bajo las sombras estratégicamente. Nos asustó ver aquel montaje y, aunque ya se sabe que en Malasia cuando te dicen que no hay alternativa es que NO hay alternativa, optamos por ir a dar una vuelta por el sendero que circundaba el lugar.


En efecto, la única playa disponible (y accesible) era la de la parte frontal. El camino que tomamos llevaba a unos acantilados, medianamente accesibles pero donde las olas daban de pleno, lo que la convertía en zona poco apta para un baño reposado. Lo que sí observamos fue que, la parte más apartada de la playa, la que lindaba más hacia la derecha, estaba totalmente desierta. Y es que ahí no había mesas, sillas o nada que comer.

Colocamos nuestros pareos, nos enfundamos nuestro tubo y máscara, y abrimos agallas y ojos para poder ver el fondo marino. Para nuestra sorpresa, sólo un pequeño sector del arrecife permanecía mínimamente conservado y estaba habitado de forma masiva por peces. Pudimos ver peces payaso,  loro, napoleones, globos, trompeteros (ignoro el nombre científico de muchos de ellos, por eso les ponemos nuestra propia versión, a falta de una más rigurosa) y otras decenas de ejemplares más coloridos, grandes, pequeños, tímidos, escurridizos, descarados, chulitos, pizpiretas, .... Lo suficiente para tenernos entretenidos durante unas horas y permitir que nuestras espaldas (en mi caso, sobre todo, mi trasero) adquirieran la tonalidad de un cangrejo poco ermitaño. A pesar del factor protector 50. Entre inmersión e inmersión, tuvimos nuestro momento de locura y entretenimiento haciendo acrobacias y piruetas sobre la arena. Es la excusa perfecta para cerciorarse de que no hay lateral que se me resista y ¡hasta soy capaz de hacer el pino-puente! (sin tener que volver a montar las piezas a posteriori, claro está). No fue lo que vulgarmente se entiende por un día de playa, sol y relax, dado que apenas tocamos "mare" y no llegamos a sentarnos plácidamente en el pareo más allá de 5 minutos.



En el frente principal, más de un centenar de chinos disfrutaban de un opíparo buffet con manteles de tela, agazapados en la sombra, vestidos hasta el cuello y, los pocos que se aventuraban al agua, se peleaban con el chaleco salvavidas y los trastos añadidos. Mirándolos, todavía me pregunto para qué van realmente a la playa si los paradigmas que nosotros tenemos establecidos (agua y sol) no les son en absoluto necesarios.

Nosotros nos conformamos con unos refrescos y algún snack para ir tirando y reemprendimos la marcha acuática buscando a Nemo.


A las 16  horas teníamos establecida la hora de regreso. Como una gran mayoría del personal. El sistema de distribución de las barcas es algo curioso, porque operan varias compañías y, de alguna forma, tienes que recordar quién se encarga de ti (un consejo: Mirar el billete y buscar el nombre. Aparece en algún sitio!) y lanzarte de cabeza sobre ese bote. A la ida la lancha rápida había ido disparada y pegando saltos, para jovialidad y diversión de todos los pasajeros (la primera, Areia) pero parece que la siesta había adormilado a nuestro capitán y la embarcación también era más tranquila, por lo que nuestro regreso fue una travesía pacífica y sin trabas. Aunque algunas nubes amenazaban por el interior, el día seguía despiadadamente azul.














Repostamos algo de bebida y un pastelillo en un local popular de KK y procedimos a la ducha de rigor. Estábamos los tres algo colorados, aunque la que menos brillaba en la oscuridad de todos era, sin duda alguna, Areia.

Teníamos claro que queríamos ir a cenar al mercado filipino. Es la zona más activa, divertida y sana de KK al anochecer. Empezamos por algo de fruta comprada directamente en los puestos del mercado, para seguir con todos los mejunjes potables de cada rincón (rosa con limón, rosa con leche, coco, ....) y, por supuesto, un par de pinchitos y un calamar recién cogido y recién cocinado. El aliciente de ir de mesa en mesa, de comedor en comedor, de ir cambiando rincón, perspectiva, compañía y sonrisas, siempre es algo que nos entusiasma. Poder catar cada trocito de nocturnidad y dejar que el humo de las barbacoas se entremezcle con el salitre, el mango recién madurado y la caña de azúcar recién exprimida.


La manera perfecta de cerrar un círculo y un domingo excepcional, sin atisbo de lluvia y con toda la energía rebosando por nuestros poros. Una última noche para despedir Kota Kinabalu, Sabah y la isla de Borneo, nuestra casa durante las últimas tres semanas.







domingo, 2 de septiembre de 2012

Kota, Kota, Kota, Kota Kinabaluuuuuuu....

Sábado, 1 de septiembre.

Después de estar tan sumamente oxigenados, dormimos estupendamente y nos dimos el lujo de no poner el despertador. La fila de hormigas que nos habíamos encontrado al entrar en la habitación se había desvanecido. No les gusto que Miguel las rociara con antimosquitos y habían huido en diversas direcciones. Ellas, que andaban tan ordenadas, que habían llevado a cabo una formacion exquisita con un par de alas abiertas a derecha e izquierda, que habían entrado en los bolsillos de la mochila con verdadera limpieza, sin apenas desparramarse por ningún rincón, habían inundado la bolsa de galletas sin perderse entre las ropas, sin tropezar apenas con los libros y libretas. Y llego un trío de humanos a irrumpir ese maravilloso desfile impoluto... Qué descaro!!!!!

Todavía quedaban grupos de insurgentes tanto en  la bolsa del jengibre como en las galletas que todavía paseábamos del avión, pero una vez aislados en la papelera, nuestros equipajes quedaron libres de intrusos (aunque alguno ha ido apareciendo a posteriori por nuestra actual habitación)

El restaurante del resort parecía cerrado y eran casi las 9.30. Teníamos un par de kilómetros hasta el pueblo pero igualmente había que recorrer la distancia para ir a buscar un vehículo que nos llevara de nuevo a KK. Mientras tomábamos nuestros sempiternos "mee goreng", escuchamos unos ruidos que parecían venir de un gong. Al poco, vimos pasar un camión en cuya caja iban sentados media docena de mozos golpeando varios instrumentos de percusión. Tras de ellos, iba un coche con grandes lazos de colores y un todo terreno con la sirena ululando. Nos comentaron que era día de boda. Y, dado el tamaño que tiene Tambunan, posiblemente la mitad del pueblo iba a participar. Como no habíamos recibido la invitación por escrito y dado que nuestras galas distaban de estar listas para la ocasión, pensamos que tampoco valía la pena permanecer mucho más en Tambunan y que, tras llenarnos el panzón, podíamos salir tranquilamente a Kota.


Pactamos con un taxista (el transporte son taxis colectivos de 4 plazas) el precio para regresar. Optamos por pagar las 4 plazas (eran 16 ringgits mas!)  pero tener la libertad de poder parar en el centro de rafflesias, un lugar a unos 20 kms donde supuestamente hay información sobre estas increíbles flores (las más grandes del mundo) y tal vez la posibilidad de ver alguna.

Cuando llegamos nos informaron de que había una en flor desde hacia 4 días, aunque era bastante pequeña (solo 35 cms de diámetro!) pero para ir a verla había que pagar 100 ringgits por un guía para que nos la enseñase (25 euros!). Nos pareció un abuso, por lo que le dijimos con nuestra mejor sonrisa que no. Nos lo rebajo a 50 sin pensárselo mucho, pero aun así pensamos que tampoco valía la pena. Pensamos en dar un paseo por la zona, hacer algún pequeño sendero pero nos encontramos con que las vallas estaban cerradas. Esta visto que iba todo sobre pago y con la contratación de un guia acompañante. El centro de información, la exposición y hasta la cantina estaban cerrados. Parecía otra víctima del olvido de esas que redundan por Borneo. Si no estas en la ruta de los agentes de viajes, acabas por no existir...

Llegamos a KK pasadas las 12. Nos pegamos una buena ducha, nos refrescamos un rato y nos pusimos el cerebro de urbanitas en modo "on".

Miguel se quedó descansando un rato, Areia y yo nos fuimos hacia el mercado de artesanías. Para nuestra gran desilusión, cada puestecito era idéntico al anterior, con la misma mercancía sacada del chino del polígono vecino. Los souvenirs podían ser de Borneo o de Chad. No había nada que nos emocionara en demasía, aun así paseamos y cotilleamos la mercancía como si en ello nos fuera la vida. Lo más llamativo del mercado (cubierto y aseadísimo) eran los habitantes no reglados. Algunas ratas en versión original se paseaban a veces bajo los puestos. La pobre Areia pego un salto de horror cuando se topo con las cerdas de una escoba, pensando que algún roedor se había acercado a trabar amistad. La pobre no sabia que era peor, si los visitantes sigilosos o los bolsos-rana que colgaban de cada tiendecita, un esperpento de imitación de batracio, vacío por dentro y con un hilo para colgar.

A las 17 habíamos quedado con Miguel. Con el volvimos a recorrer con algo mas de entusiasmo cada uno de los puestos. La tarde había cambiado por completo y de pronto empezó a tronar y el cielo se cayó de sopetón sobre nuestras cabezas. Las uralitas actuaban de megáfono y el ruido era ensordecedor. Las vendedoras se apuraron en cerrar las puertas y tratar de evitar una inundación mayor. Fueron 15 minutos de aguacero extremo pero todo regreso de nuevo a su cauce (y por suerte los roedores no habían venido a hacer largos)

El mercado filipino ya estaba completamente montado. Los puestos de pescado, carne, frutas, salazones, fideos, arroz, comida, postres... todo el tinglado estaba ya organizado. Un vendedor con mucha gracia y salero nos invitó a acercarnos y ver el  pescado en oferta. Dado que era filipino, trasteaba un poco con el español y nos cayó en gracia, así que nos sentamos a degustar un pescado, unas gambas y unos calamares. Nos puso un plato de algas con un sambal algo picante (la cara de Miguel lo decía todo!) y un poco de arroz. Estaba todo para chuparse los dedos (de hecho era condición indispensable porque nos lo comimos todo sin cubiertos).

Del mercado filipino quisimos ir al "Night Market". Nos indicaron algo así como "por ahí" y en linea recta desembocamos a una especie de gran patio cubierto con chiringuitos para comer. Todos ellos estaban rodeados de grandes tanques de agua llenos con los peces mas diversos. Era como un gran acuario solo que con un final no tan feliz. Estaba plagado de chinos relamiéndose los bigotes (esos que no tienen!) y apenas algún occidental. Nos llamo la atención un cangrejo ermitaño gigante que jamas habíamos visto, y nos quedamos perplejos al ver que a las gambas las tenían aisladas en botellas de plástico. Empezamos a entender cuando vimos que eran "gambas mantis", por lo que parece algo agresivas, con lo que preferían meterlas en envases de plástico de tamaño medio. A la peque le entro tal angustia de verlas allí dentro, encerradas, que empezó a agobiarse sobremanera. Nos pidió que la sacáramos de allí y le saltaron las lágrimas de ver a todos aquellos bichos esperando su hora con paciencia. Nos dijo que nunca mas en su vida volvería a comer gambas.


Estamos pensando en llevarla a una granja de pollos... o a un criadero de vacas. Creo que al final conseguiremos que se haga vegetariana por convicción.

Resulto que el mercado nocturno estaba justo enfrente. Era un mercadillo como el de Benimaclet, con puestos callejeros de gafas, recuerdos, camisas horteras, ropa interior, piezas de recambio de autos, ... con ambiente malayo, pero nada destacable.

Las emociones urbanas habían sido suficientes. Areia todavía estaban en "shock" y andábamos cansados. Hora de dar el toque de retirada. A prepararse para el domingo.

Stone fish. Sumamente venenosos.







sábado, 1 de septiembre de 2012

Happy Malaysian day!!!! Vuelta al verde!

Viernes, 31 de agosto.

Curioso cartel de nuestro paseo por Tambunan...

Lo bueno de no tener planes es que los puedes cancelar en el momento que te apetecen. Y al final, incluso con ciertas pegas y pequenyas trifulcas con estos seres tan cerrados en ocasiones, todo se puede arreglar.

Tras esa repentina sensacion de ahogo de vernos en la ciudad (tal vez la lluvia no acompanyaba en absoluto a hacerlo mas facil) y despues de cabilar un rato con nocturnidad, decidimos que durante el desayuno tomariamos la decision final. Al ver un dia gris, triston  y algo moribundo, la opcion de irnos a la playa quedo descartada, con lo que empezamos a empacar los trastos. Habiamos pagado por anticipado la habitacion y no pensamos que seria un problema hacer el pago completo de una noche y pedir la devolucion de las otras 3 pero olvidamos que esto es Malasia y que aqui las cosas no siempre tienen flexibilidad y vuelta atras.

La conclusion era que nos devolvian la mitad de lo restante tras descontar el precio completo de una noche. Resumiendo: una miseria. No salia a cuenta pedirla para luego volver a invertir en otro hotel a la vuelta. Con la resignacion que a veces este pais te brinda (es parte del ADN malayo) optamos por, simplemente, hacer una escapada de unas horas, dormir fuera una noche y coger un poco de aire. Era lo  unico que nos faltaba.

Con esa guisa y desafiando el festivo nacional (Dia Nacional de la Independencia Malaya) nos fuimos a la parada de minibuses y taxis a buscar transporte a Tambunan. Este pequenyo pueblito se halla en la cordillera del Crocker, un parque nacional cercano al Kinabalu, totalmente virgen y nada explotado. De hecho, apenas hay senderos y para internarse en sus montanyas no te puedes plantear ir sin un guia. O eso, o salir en las noticias algunos dias mas tarde (o meses, depende de como se te de!!)

Otra opcion mas facil era ir al pueblito, pasear, tomar aire fresco y ver posibilidades menos arriesgadas.

Finalmente acordamos un precio en un taxi colectivo y en unos 90 minutos de ascenso continuado nos plantamos en Tambunan. El pueblo en si son dos calles, una plaza, unos 8 "restoran", algun cafe, un billar y una tienda hindu de textiles donde pude comprarle a Areia braguitas limpias (con la lluvia no habia hecho la colada!!!). Habia un alojamiento en el mismo pueblo. Cuando entramos la senyora ni siquiera levanto la barbilla de la palma de su mano, nos miro de reojo y nos dijo: 110. Cuando le senyalamos opciones mas baratas nos dijo "Full". Por su nervio y frenesi se le notaba el stress al que estaba sometida. Nos gusto tanto esta actitud y agilidad que nos fuimos a paso rapido.

Habiamos pasado frente a un inmenso parque de bomberos, asi que el proximo paso estaba claro: visita de hermandad. Este tipo de paradas siempre triunfan. Miguel se lo pasa pipa (en este caso BOMBA, que es como se llaman los parques aqui), cotillea los detalles de la instalacion y siempre acabamos con algun regalito o un intercambio de sonrisas y direcciones.


Y en Tambunan no hubo excepcion. Daniel con su ingles quebradizo pero su eterna sonrisa tristona, nos fue guiando por el parque. Nos presento a Hawi, a Marvin y los demas (son 6 por turno, aunque solo estaban 5). Miguel escudrinyo el camino hasta en lo mas recondito. Estaba alucinado. No le faltaba detalle, estaba nuevo e imponente y la equipacion era mil veces mejor que la de Motilla del Palancar (y hablamos de un parque rural de apenas habitantes) Le diremos a la Cospe que se de una vueltita para que le sirva de inspiracion. La verdad es que lo que hemos estado viendo durante el viaje a nivel de instalaciones, tanto comunitarias, de servicios como, sobre todo, de educacion, no es que no tengan que envidiar a las nuestras sino que son infinitamente mejores. Y eso sin hablar de los presupuestos o incluso de la tasa de paro. Despues de varias semanas merodeando por aqui podemos decir que esto es Asia con nivel europeo. O incluso mejor. Y, si sabes montartelo bien, mas barato.

Areia y yo pudimos cumplir con nuestro capricho de tirarnos por la barra desde el segundo piso. No habia sirenas ni emergencias y la peque se lo penso dos veces y casi hubo que empujarla cuando fue consciente de la altura pero al final lo consiguio.Nos hicimos fotos con todos, en todas las posturas y con todas las combinaciones, nos reimos un rato y finalmente se ofrecieron a llevarnos a algun alojamiento digno para nosotros.

A las afueras del pueblo, a unos dos kms, estaba el TVRC (cuando nos hablaban del "tibiarsi" no entendiamos a que se referian. Luego lo fuimos averiguando). El Tambunan Village Resort Center se construyo hace unos anyos con muchas infulas y mucho gusto. Consta de varios alojamientos, desde chalets de bambu, una longhouse mas comunal y un "backpacker hostel" que tiene la gran "pega" de tener 120 escalones de acceso. Nos ofrecian una triple por 178 ringgits pero estaba mas que fuera de nuestro alcance y veiamos que lo mas barato era el albergue mochilero. Con algo de rubor la chica nos comento que habia casi que "escalar" hasta lo alto.


- Si ese es el problema, dalo por superado. Eran 100 ringgits menos y algo dentro de nuestro presupuesto. Ademas se ofrecieron a subirnos un colchon sin cargo para Areia. Perfecto!!!!

Al estar en lo alto de la colina el lugar era impresionante y la vista, espectacular. Toda la cordillera estaba ante nosotros, algo abrigada por las nubes y con sudor de la lluvia corriendo a sus espaldas pero mostrandose bella y esplendorosa. La habitacion posiblemente no habia estado usada en anyos. Aunque estaba inmaculadamente preparada, los cadaveres de los insectos devorados por la aranya del techo yacian sobre la almohada, el color del agua del grifo tintaba los azulejos de marron pero cualquier cosa quedaba solapada por la privilegiada situacion de nuestro rinconcito, alejado del ruido, de los demas visitantes y con vistas a todo el valle circundante. Benditos 120 escalones!!!!

Descubrimos que el restaurante no solo era barato sino que tenian una variedad de comidas poco habitual. Si te apetecia anguila podias incluso pescarla tu mismo en el estanque. Nosotros fuimos algo mas sencillos y nos conformos con algo de pescado, unos zumos naturales exquisitos y lo que nos ofrecieron por sugerencia de la casa. Estaba todo brutal!!

Salimos a dar un paseo desafiando la lluvia emergente. Tuvimos que refugiarnos en un cobertizo maltrecho cuando vimos que de ser cuatro gotas la cosa se ponia seria. Tras media hora cantando, inventando historias y oyendo caer los gotarrones sobre la uralita, pudimos seguir adelante. Ascendimos por algunos caminos asfaltados sin rumbo a ningun sitio. La gente estaba en sus casas, tomandose las cosas con tranquilidad, sacandole jugo al karaoke (son tremendos fanaticos) y desafinando sobremanera (ahora nos explicamos la lluvia constante) pero encantados de la vida y preparandose seguro para un OT local.

Los caminos acabaron por llevarnos a unas zonas de arrozales preciosas, donde unas senyoras plantaban sus brotes de arroz, con botas de agua hasta la rodilla, doblegando espaldas y mojandose constantemente. Para ellas, un hecho cotidiano, para nosotros, el proximo plato que nos ibamos a cenar.


Se nos hacia de noche, asi que con la oscuridad acechando ya nuestras espaldas, empredimos la vuelta. Volvimos al pequenyo kiosko a cenar, donde nos sorprendieron esta vez con un plato de verturas y otro de tofu exquisito. Un gran cambio para huir del "nasi" y de los "mee".

Estabamos cansados y somnolientos, pero muy felices por la escapada. El TVRC ha vivido tiempos mejores y esta algo en decadencia, pero es un lugar fantastico y debio ser una referencia en alojamiento turistico. Cuenta con un lago donde se alquilan patines y kayaks (o para los malayos, se vende comida para los peces) pero no ofrece a dia de hoy nada mas. Hubieramos sido felices con una motito, con unas bicis pero eso aqui es dificil de conseguir. Si no esta organizado o establecido, es casi imposible. Nadie se atreve a contravenir las normas.

Cnn todo, fue un dia espectacular. Verde, humedad, frescor y tranquilidad. KK seguia alli abajo, esperandonos, pero nosotros al menos, ya teniamos el aire que necesitabamos para respirar.



viernes, 31 de agosto de 2012

De KK hasta las orejas...

Jueves, 30 de agosto.

Peces rosas rositas en KK
Da gusto encontrar siempre el personaje que, bien sea por motivos humanitarios o por razones economicas pero, cuanto menos, mueve el trasero y se te acerca  proponer algo. Nos llama la atencion muchisimo esa eterna impasibilidad de los malayos. Incluso rayando la desidia. Pero siempre hay excepciones que confirman la regla.

A las 8 estabamos acabando de desayunar junto al cruce del Parque, esperando que pasara algun bus y poniedo velitas para que tuviera un hueco para darnos (aqui tambien son asi de legales y si no hay asiento, no hay asiento!). No habian dicho que no habria chance antes de las 8.30. A las 8.34 se acerco un buen hombre con cara de honesto proponiendonos compartir un taxi colectivos. Nos decia que a las 9 recogia a una pareja, que el transporte completo eran 150, con lo que repartido nos salia a 30 por cabeza. Considerando que el billete de bus cuesta por lo menos 20 y con la jugarreta podiamos asegurarnos llegar antes y posiblemente con menos bolsa de plastico llenas, pensamos que era la mejor opcion. A las 9 en punto subian dos nordicos impecables, con mochilones relucientes y camisetas planchadas. Venian de subir el Kinabalu y se iban nada menos que al Meridien en Kota para descansar sus molidos cuerpos (a 400 por noche ya te pueden dar una cama vibratoria!!!)

En poco mas de una hora cubrimos el trayecto que a la ida se nos habia hecho interminable por ver a Areia pasarlo tan mal con el trazado. Esta vez se durmio (la "drogamos" de antimareo hasta las orejas y creo que el chicle hasta le acabo durmiendo la mandibula) y le pedimos que nos dejara en algun lugar del centro.

Hicimos un pequenyo casting de hoteles, entramos en mas de media docena para preguntar precios y disponibilidad. Iban a ser 4 noches asi que la opcion era importante. Tras dar varias vueltas y encontrarnos con dos chinas muy negociadoras en su ramo, optamos por el Rainforest Lodge, un hotel peculiar, muy abierto, con luz, mobiliario colonial, decoracion bonita y, con un descuento por varias noches que, ademas, incluia tambien el desayuno (cosa nada habitual en Malasia). Cerramos el pacto y nos asentamos.

Rainforest Lodge



Fuimos a averiguar horarios y opciones para visitar el parque natural de las islas que estan frente a la costa de KK, unos pequenyos oasis para escapar de esa red que conforman las calles de la capital de Sabah.Las visitas pueden ser diarias, puesto que pernoctar solo es posible pasando por el monopolio de Sutera Lodges, y partimos de minimos de unos 350/400 euros por noche. Inaceptable para nosotros. De pronto, nos entro una especie de claustrofobia de ver que las opciones eran muy limitadas, que todavia teniamos dias por delante y que tal vez la decision de quedarnos en KK no era la mas acertada.

Nos tomamos la tarde de reflexion. El mercado central de Kota es un lugar alucinante. Ademas de tener la luz vespertina mas bella de toda la zona y una fantastica puesta de sol (incluso de poder ver varanos merodeando por bajo del muelle), la oferta de pescados (que barbaridad!!!!!), carne, verdura y puestos de comida es interminable. Un coco, un zumo de mango (hasta ahora inasequible en el resto del pais) y un kopi peng nos sirvieron para recibir a la noche y poder reposar un poco los sentimientos encontrados.


La cena fue de lo mas peculiar. Huyendo de la lluvia, que llevaba persiguiendonos un par de dias, acabamos en un "fast food chino" donde, para empezar, te traian varios cuencos con lo que les daba la gana. Luego venia un senyor con camisa a cuadros y te decia que te recomendaba las verduras y las albondigas. Otro chico te las traia y al final comias lo que te habian "impuesto" pero con tu mejor cara. La verdad, estaba todo bueno y el local en si ya era todo un espectaculo, con lo que cena y show en un 2x1 merecia la pena.


No fue nuestro mejor dia y andabamos algo perdidos. Tocaba una noche de reflexion. Planificar nuestros pasos y sacar el maximo jugo a nuestro final de viaje. Para ello, nada mejor que la banda en vivo de nuestro local animando el cotarro. Miguel y yo estuvimos en vela hasta que acabo la fiesta, comentando las opciones. Y trazando el mapa de nuestro cierre...

jueves, 30 de agosto de 2012

En las faldas del Kinabalu

Miércoles, 29 de agosto.

Hemos llegado a la conclusion de que los malayos no saben hacer negocios. Solo los chinos tiene la habilidad de discutir, ofrecer descuentos, hacer propuestas y, al fin y al cabo, ver el beneficio economico que subyace en el trasunto. Por el centro de Ranau discurren constantemente decenas de furgonetas buscando pasajeros para sus trayectos. Es dificil saber a donde van, pero hay que preguntar para tener una idea de donde subirse. Asi pasamos un buen rato de la manyana, tratando de adivinar que vehiculo iba hacia KK y nos dejaba en el parque nacional del Kinabalu de paso. Parecia tarea imposible.

Por fin nos dijeron quien era nuestro hombre. "Salgo a las 10'- nos dijo. Nos quedamos mirando, pues eran las 8.20 y significaba perder unos bonitos 90 minutos. "Si quereis, podeis esperaros hasta las 11 y os venis conmigo". Fue entonces cuando nos decidimos por otra opcion.

Al final fuimos a la "cola" de taxis. El "capo" que dirigia el cotarro nos dijo que nos podia llevar alguien por 30. Empezo a preguntar quien nos llevaba pero nos encontramos que todos los conductores rehusaban llevarnos. Querian, por lo menos, 40. El pobre hombre siguio preguntando. Incluso ofrecimos 35. Al final, tras denodados esfuerzos, encontro un cochecito que nos llevo feliz y contento. Sin muchas palabras de por medio. Significaba recorrer 20 kms, la distancia que nos separaba del parque, pero los conductores parecian mas felices imbuidos en su conversacion matutina y sin muchas ganas de currar.

Aparecimos en el parque 30 minutos mas tarde. Nos deposito en la misma puerta, pagamos nuestro ticket de "conservacion' del parque y nos fuimos a averiguar las posibilidades. El alojamiento  dentro del parque estaba descartado. Lo mas bajo no descendia de unos 180 ringgits por persona en habitaciones de 20 camas (unos 45 euros!!!!!)

Incluso dejar las mochilas en recepcion suponia 3 ringgits por hora. Una jugada algo cara. Nos comentaron que el restaurante del cruce (100 metros mas abajo) acababa de abrir algunas habitaciones. En efecto, olian a pintura todavia y estaban impecables. El precio era algo mas alto de lo habitual (105 ringgits) pero dadas las circunstancias (la otra opcion era ponerse a caminar algunos kms buscando otra cosa mas economica) pensamos que la idea era la correcta. Dejamos los trastos en la habitacion y nos volvimos al parque.

De todos los senderos disponibles nos gusto - como no- el mas largo. Eran casi 6 kms. Marcaba de 3 a 4 horas. Lo primero que pregunte era si tenia sanguijuelas. Me indico un chofer muy majete que ese no, pero que otros mas cortos  si que las tenian. Mas claro aun si cabe. Ligawu parecia la mejor opcion.



El sendero discurre paralelo al rio del mismo nombre. Tambien - y no por casualidad- junto a la instalacion de las grandes tuberias de agua que llevan el liquido a los refugios de la parte superior de la montanya. De hecho, nos dejo alucinados escuchar unas voces (no solemos cruzarnos con nadie en nuestras caminatas) y encontrar unos curritos llevando codos de tuberias con unos 50 cms de diametro y que debian pesar entre 40 y 50 kgs. Las secciones mas grandes las descuelgan en helicoptero cuando hay un pequenyo claro pero, creedme, no seria el trabajo que me gustaria hacer. Y no hablemos de prevencion de riesgos laborales....

El camino era precioso, sombrio como es comun en todos estos tramos de selva, poblado de una flora muy diversa. En esta ocasion apenas pudimos ver mas alla de algunos insectos y escuchar decenas de pajaros, pero el ambiente era de tal humedad que todo estaba cubierto de musgo, dando un aspecto casi espectral a todo el escenario.

Lo finalizamos en poco mas de dos horas, sin encontrarnos con amigos parasitos y sin lluvia sobre nuestras cabezas. El parque del Kinabalu posee un microclima y las nubes habitan a menudo su falda.



La gran mayoria de viajeros que acuden a Sabah van a escalar la montanya, no solo por amor al alpinismo, sino porque es la oferta estrella de las agencias de viajes. Se vende en un tour de dos noches y un dia por la modica suma de 250 euros. Es obligatorio coger un guia, pagar un permiso y, si no eres capaz de hacerlo en el dia (lo que ocurre con la mayoria de gente, que no puede ascender de 1200 a 4095 de subida y bajada) has de pernoctar en esos baratisimos albergues y ademas, incluir la tambien economica comida. Un chollo, vamos!!!!

La unica opcion mas o menos accesible es subir hasta el refugio base, Layang Layang. No precisas de guia y el permiso solo cuesta 10 ringgits. y los 2500 escalones los subes sin porteador y por tu propio pie.

Era divertido ver como bajaba la gente. Tenian todos caras de destrozados. Algunas incluso las vimos a caballito del guia, con los pies en carne viva o con alguno tobillo torcido. La mayoria llevaban botas todavia casi con la etiqueta, cargaban una mochila de expedicion hasta las trancas y venian doblando las piernas. Es un ascenso casi por escalones, un rompepiernas. No tiene dificultad tecnica, pero si mucha cacha y la falta de oxigeno en altura.  AH!! Y luego te dan un certificado que solo vale 10 ringgits mas!!!!

La verdad es que todo el asunto es un negocio tremendo. Lo explotan hasta lo indecible. Y no se te ocurra colarte!!!! Esta lleno de verjas, vallas y vigilantes. Es su montanya mas preciada y la fuente de ingresos mas valorada.

Por suerte, nada mas llegar a la entrada del "Summit trail" se puso a diluviar, la excusa perfecta para pedirnos unos "instant noodles" (lo unico disponible y asequible) y ver como las ardillas descaradas venian a robarnos algo de comida.

Cuando dejo de caer el agua torrencial comenzamos el descenso, esta vez por la carretera. Otros 4 kms pero para abajo y sin resbalones, puesto que el terreno se habia puesto realmente embarrado. Lo mas alucinante es que todos los anyos hacen un "climbathon", un ascenso a la cumbre y descenso incluido, una distancia de 21 kms y el record lo ostenta un espanyol, Kilian Jornet (una maquina) con 2 horas y 37 minutos... A mi me parece ALUCINANTE. Ese hombre no puede ser humano. Lo mas gracioso es que los veteranos (mas de 60!!!) lo hacen en una hora mas. Yo no lo haria ni a lo largo de un dia...




Se habia metido bien la niebla cuando descendimos pero la lluvia nos habia respetado. Empezaba a hacer frio. Nos fuimos al hotel a estirar las patas, a tomar un cafe calentito y a reposar nuestras patillas. El monte apenas se asomo por unos minutos para saludarnos. El resto del dia permanecio cubierto tras un velo de modestia.

La montaña es increible. La zona es preciosa. Un area impresionante por descubrir que nos ha dejado fascinados....

martes, 28 de agosto de 2012

De excursion por la apasionante Kuala Baram

Viernes, 24 de agosto.

El dia anterior en la estacion nos habian dicho que habia servicio entre las 8 y las 15.30 por lo que cabia relajarse. Para que poner el despertador?? Un buen desayuno y llamamos un taxi para que nos acercara a la estacion. Lo curioso es que, a mitad de camino, el conductor nos solto que los buses para Brunei ya habian partido a las 8.30 y el siguiente era a las 15.45. No era eso lo que nos habian dicho. O es que era otra cosa lo que habiamos entendido???

- Aun quereis que os lleve alli??- nos pregunto.
- Por supuesto- le confirmamos algo incredulos.


Pero cuando los malayos te aseveran las cosas, a veces tienen toda la razon. Y no intentes pensar lo contrario. Cuando se conocen la informacion de A a B te lo dicen con conviccion. Si les pides de B a C igual se pierden y ya andan dubitativos. Pero tiembla cuando tengan toda la razon.

En efecto, al llegar a la estacion nos confimaron que las dos companyias que operan buses para Brunei partian a las 15.45 (cosa que tampoco acabamos de entender: por que no se reparten los horarios!!???) Teniamos por delante una larga jornada en una ciudad de la que queriamos salir por pies. Que hacer???

En cualquier lugar del mundo (no civilizado) se suelen hacer los viajes en tramos cortos y, animados por una informacion escrita (dicho sea de paso, nuestra guia no acierta una y esta totalmente desfasada!) pensamos en otra alternativa. Volvimos de nuevo al centro con todos los trastos y buscamos un bus a Kuala Baram, el ultimo pueblo antes de la frontera. Nuestro plan era buscar algun vehiculo a Kuala Belait, la primera poblacion de Brunei.

El bus era totalmente urbano (como los de la EMT) y el conductor nos decia muy seguro que ya no habia ningun transporte publico hacia Brunei desde Kuala Beram pero decidimos que lo unico que teniamos que perder eran algunas horas y unas risas. Alla que nos fuimos con los trastos hacia el pueblo. Una hora de camino tras zonas portuarias y extensiones de aceite de palma, llegamos a Kuala Baram, un alto en medio de la nada, una parada con una serie de cafeterias, un banyo y algunos edificios esparcidos. Alli descargamos, no sentamos tomar algo y empezamos a preguntar a todo quisqui por un transporte al otro lado de la frontera. La gente sonreia. "Podemos llamar a un taxi de Miri y que os cruce. Os costara 200". No habia forma de hacerles entender que veniamos de alli y que no queriamos volver atras. Pero a nadie parecia importarle. Seguimos buscando alternativas y, la pobre mujer del cafe, que parloteaba algo de ingles y sintio compasion por nosotros hizo algunas llamadas, pero todo nos llevaba al mismo punto: volver a Miri.

Para que os hagais una idea, nosotros pretendiamos ir de Valencia a Madrid pasando por Manises y queriamos coger alli un bus directo a la capital, con fronteras incluidas. Lo dicho, en cualquier otro pais del Sudeste asiatico se podria conseguir pero no en Malasia, donde el orden impera constantemente.

Resignados a deshacer camino, nos tomamos un te de margarita con leche por aquello de experimentar algo nuevo y vimos aparecer a todos los curritos de los poligonos cercanos que acudian a comer. El ambiente se estaba caldeando.

Nos habian dicho que el proximo bus de vuelta a Miri podria llegar en 10 minutos o ... en media hora. Nos estabamos levantando cuando lo vimos en la rotonda... pasando a toda velocidad, saltandose la parada y desoyendo nuestros silbidos y aspavientos. Nadie de la cincuentena de personas que estaban sentadas trapinyando movio siquiera el rabillo del ojo. Este a veces es el pais de los impasibles.

- Podeis tomar el siguiente- nos dijo la senyora del bar- Vendra mas o menos en una hora.

Por suerte andabamos con tiempo y podiamos rezagarnos un poco mas, pero dejar escapar el siguiente hubiera significado quedarnos atascados un dia mas, algo que no podiamos permitirnos.

Esperando pacientemente el bus
Apostados en varios puntos de la rotonda, lo vimos llegar y  casi lo asaltamos para que no pasara de largo. Eran casi las 14 cuando nos hallabamos de nuevo en la parada "internacional" de Miri. Esta vez sentados para comer algo y asegurarnos los billetes para el sultanato.

A las 15.45, con total puntualidad, chequeo de pasaportes y lujazo de vehiculo para transportarnos, tomabamos por fin camino a Brunei, despues de nuestro intento fallido de ir por la via lenta. Hay ciertas cosas que no se pueden desafiar, sobre todo cuando estan impuestas.

Kuala Belait, esa ciudad que tanto deseabamos alcanzar, se nos presento al cabo de una hora. El camino hacia Bandar, la capital de Brunei, fue tranquilo y reposado.Casi 4 horas para cubrir una distancia no muy grande pero los tramites, los atascos de entrada y las paradas cumplieron al final con el horario previsto.
En el fantástico bus a Brunei


Brunei lucia luminoso, espectacular, limpio  y orgulloso. El pais donde la gasolina es mas barata que el agua (20 centimos de euro), la educacion es publica y gratuita hasta la universidad, sus ciudadanos gozan de la renta per capita mas alta de Asia pero todo se tambalea sobre unas reservas que tienen sus dias contados. Historias de excesos, exageraciones, despilfarros, injusticias, locuras y extravagancias se cuentan de la familia real mas antigua del mundo. Brunei apenas tiene una historia propia. Se basa en la cultura malaya y el islam, que son sus dos pilares. Y la diferencia  mas visible respecto a su vecina es la proliferacion de minaretes y yihabs.

Llegamos con una lluvia persistente y ya entrada la noche. La oferta hotelera economica es casi inexistente, asi que nos lanzamos por un hotel de precio medio, mas que decente para nuestros estandares y salimos bajo la cortina de agua a buscar algo que comer. Acabamos relamiendonos los dedos en un restaurante malayo-hindu, donde apagamos el dia con un festin y muchas risas al recordar nuestras hazanyas de la jornada.






Perdidos en Niah y aterrizados en Miri, la ciudad mas macarra de Borneo

Jueves, 23 de agosto.

 
A las 7 nos habia avisado John de que nos darian el desayuno. Puntuales como un reloj, habiamos recogido ya y nos sentamos a la mesa, sin saber todavia cual era el protocolo. John nos acompanyo. No sabemos cuando comieron los demas miembros. Hay ciertas cosas que ya nos osamos preguntar.

Cafe de polvitos y unos mee goreng (fideos fritos con soja) para abrir el apetito matutino. La verdad es que los devoramos con fruicion, sobre todo Areia, que descubrio que le gustaba mucho mas como opcion que cualquier otra alternativa. Aprovechamos para seguir con el tercer grado que habia comenzado el dia anterior (no me explayo porque seria demasiado largo) pero nos llamo la atencion que John esta de baja por enfermedad. El medico no le permite incorporarse a currar tras una operacion de un trombo el anyo pasado. El gobierno le pago el viaje en avion a Kuching, pero, dado que era una operacion delicada y peligrosa (no sabemos muy bien la patologia pero tenia abierta la pantorrilla y el esternon) lo tuvo que hacer con una clinica privada. El monto total fueron unos 6.500 ringgits (cerca de 1700 euros), que paga en mensualidades de 200 para poder sufragar. Entre tanto, vive de lo que Jimmy va sacando en la plantacion de palma. Y se aburre mortalmente en casa sin nada que hacer. Yo le pregunte si no plantaba verduras, tenia un huerto o hacia alguna manualidad. Me miro extranyado y me dijo que todo eso lo conseguia en el supermercado.


Salimos hacia las 8 y, poco antes de llegar a la salida, vimos un camino que se desviaba. Habiamos visto unos macacos de cola corta (o eran de cola de cerdo?) y nos pusimos a perseguirlos. Animados por la belleza del camino, decidimos seguirlo un rato mas. Ya no eran las pasarelas del camino principal y la maleza se comia parte de la travesia, pero era tan hermoso que no lo pudimos soportar. Seguimos caminando.


Nos sorprendio la lluvia un rato despues. Justo al llegar a una caseta perdida en medio de la nada que parecia pertenecer al equipo de mantenimiento del parque. Comida, ropa tendida, un gato mimoso y hasta pesas y press de banca que nos sirvieron para guarecernos del chubasco. Poco despues, con rayos de sol de nuevo sobre nuestras cabezas, salimos a seguir caminando.


Llegados a una nueva disyuntiva y al ver lo que parecia una senyal, Miguel se puso a rascar el moho que la cubria para ver si las letras escondidas nos podian ayudar. Nos anunciaba la subida a una colina. Pero era casi tan criptico como antes de realizar la arqueologia de bolsillo. No sabiamos hacia donde andabamos ni cuanto tardariamos en llegar.

Llegado a un punto donde habia unas nuevas cuevas mucho mas modestas pero tambien mas salvajes y con algunos vestigios, nos entretuvimos quitando telaranyas, pisando toneladas de guano de murcielago y jugando a los Indiana Jones de ir por casa. Por la parte derecha salia el camino a la famosa colina, pero cuando me puse a explorar vi que nos hacia falta un machete y una buena dosis de paciencia. Igual podriamos subir pero la bajada iba a ser toda una experiencia, porque estaba realmente empinado. Y, lo mejor, no teniamos ni idea de como salir de alli.

Llevabamos un mapa totalmente inutil que nos habian dado en recepcion del parque. Ni estaba bien senyalizado ni se correspondia con la realidad. Al volver atras y ver una pasarela con buen aspecto, nos lanzamos a ver donde nos llevaba. Tras un paseo de unos 20 minutos podiamos escuchar ruidos de civilizacion.

Batu Niah!!!! Teniamos enfrente nuestro el pueblo. Nos separaban de el unos 15 metros. Y un rio infestado de cocodrilos. Intentamos llamar la atencion de alguien al otro lado por si alguien venia a rescatarnos pero tras un rato de pegar gritos y silbidos, nadie nos hizo caso. Miguel vio una barquichuela con un remo y se animaba a "tomarla prestada" y cruzar remando. En mi cabeza se agruparon imagenes de monstruos con muchos dientes comiendose el remo, coletazos de saurio volcando la barca, funcionarios de uniforme acusandonos de hurto... Y opte por votar por deshacer el camino andado. Con cara de pocos amigos, Miguel acato y se resigno a dejar de lado una aventura que el no veia tan descabellada.

Me estoy haciendo mayor. Definitivamente me estoy volviendo demasiado cauta...


Batimos un record. La vuelta, que realizamos a toque de pito, nos costo apenas una hora, algunos tropezones y una buena sudada. En realidad teniamos tiempo de sobra para llegar antes del cierre de la oficina del parque, que era lo que nos preocupaba, puesto que habiamos puesto a su recaudo nuestras mochilas. Y no llegar a tiempo significaba quedarnos varados un dia mas.

Cerca de las 14.30 llegabamos a la oficina. Le pedimos que nos indicara el banyo para darnos un chapuzon bajo el grifo. Estabamos empapados. Y se ofrecio a pedirnos un taxi para llevarnos a la "junction", el cruce donde un par de dias antes nos habia dejado el bus camino a Miri. Sonyabamos con pasar de nuevo por alli, tomarnos batidos naturales y comer como es debido. Nos vinieron a recoger sobre las 15.30 y nos pusimos morados en el cruce no solo con las frutas, sino con los mee goreng y algunos "bau/pao" dulces. Y, como no podia ser menos y para rematar la jugada, habia un autobus parado a punto de partir para Miri. Subimos, teniamos incluso asiento. En poco mas de una hora entrabamos en la ultima ciudad grande de Sarawak hacia el este. Las puertas hacia Brunei.

En la estacion de buses averiguamos los horarios para el sultanato. Los ultimos buses habian partido ya pero nos indicaron que al dia siguiente desde las 8 y hasta las 15.30 habia servicio, con lo que nos quedamos bien tranquilos. La estacion de buses de Miri esta a 3 kilometros del centro. A veces taxis pero otras algunos "privates" ofrecen sus servicios por el mismo precio (15 ringgits es lo fijado). Nos toco el "Alonso Macarron" del pueblo, el mas cani y garrulo de la barriada. Un coche negro, totalmente "tuneado" y hasta con su mega aleron, con el tubo de escape modificado y musica a toda pastilla. Las unyas de tres centimetros de largo (es una aficion muy asiatica), el cuerpo medio salido del asiento para conducir y cada cien metros cambiando de melodia. Le habiamos pedido que nos llevara a un hotel que realmente no conocia. Nos dio vueltas y parecio indicarnos que en la direccion que le habiamos indicado no habia ahora mas que un edificio en construccion. Finalmente le pedimos que nos dejara frente a un gran hotel que nos servia de referencia. Nos acercamos a la zona del puerto, plagada de bares con olor a tristeza y salitre, hostaluchos disfrazados de "inn" que albergan decenas de burdeles de paso, marineros, currantes y pescadores de deshoras poblando las aceras de las calles poco iluminadas. Un ambiente bastante decadente. Y muy dificil para localizar una habitacion triple algo decente.

Acabamos muriendo el Gloria, un hotel de mucha mas categoria, con mayor presupuesto pero mucha mas dignidad y limpieza. Despues de estos dias nos lo mereciamos. Una buena ducha y, como no, un buen yantar. Una pescaderia local (muy habituales en una ciudad que vive realmente de la costa) donde nos frieron un sambal (ya sin espinas y bien cocinados), unos mejillones que no nos cabian en la boca y una langosta limpia, despiezada y correctamente especiada que devoramos con fruicion.

Miri realmente es una ciudad triste, garrula (amante de luces, sonidos estridentes y horteradas) y poco agraciada para recibir a sus visitas pero solo pretendiamos descansar para salir cuanto antes al dia siguiente.

Objetivo mas que cumplido.

¿Qué toca hoy?

¿Qué toca hoy?
Lo que nos depare el día (por cierto, ¡son de verdad!)