Si de algo me he de quedar con Bali es con el recorrido que hicimos ayer. Si es posible superarlo, lo veremos en las proximas 48 horas, pero de momento es lo que mejor sabor de boca nos dejo. Volvimos euforicos, encantados y enamorados.
Nos levantamos realmente temprano para poder desayunar esos estupendos pancakes de banana, acompanyados de un plato de fruta fresca y su correspondiente te o cafe. La familia la verdad es que nos lleva en volandas. Son encantadores. Realmente estamos en su casa, pero con un pequenyo bungalow aparte, pero compartiendo el patio, su vida, su intimidad. Con la cercania que ello conlleva.
A las 7 empezaron a desperazarse. Aparecio tambien el chico de la moto. Por 60.000 rupias teniamos vehiculo con tres cascos (tres!), seguro y hasta contrato!! Eran casi las 8 cuando emprendiamos camino, cruzando la ciudad que todavia despertaba en jornada dominical y respiraba tranquilidad.
Tomamos rumbo al norte, hacia las montanyas centrales. Las redes de carreteras de Bali son estupendas porque conectan cada pueblecito, pero ello conlleva que tambien son una red interminable de caminos sin senyalizar donde es facil perder la orientacion en decimas de segundo. Nos hicimos con un mapa detallado. Imprescindible. Hacia Petang hay varias alternativas. Por momentos tomamos la carretera principal, pero las secundarias resultan mucho mas atractivas. La ascension era constante, por zonas de curvas incesantes. En los poblados, los hombres se reunian frente al templo con su imprescindible sarong, su camisa blanca impoluta y su panyuelo en la cabeza. Las mujeres, entre tanto, limpiaban y dejaban despejados los caminos, renovaban las ofrendas y reinan juntas ante cualquier comentario. .
La vision de tres occidentales sobre una moto en esas zonas no debe ser tan normal, puesto que despertabamos curiosidad y risas. La gente volvia a saludar como lo hacen en el resto de Indonesia y el ambiente era mucho mas acogedor. Paisajes de arrozales, densos bosques, rios cruzando constantemente los cientos de huertas que pueblan los lados del camino. De hecho, esta parte de la isla es la gran despensa de verdura de Bali. Y para la agricultura no hay domingo que valga, la gente seguia trabajando sin cesar en la tierra y andando de un lado a otro con herramientas y fardos.
Vimos una curiosa casa con cara de pajaro. Toda la pared posterior, a forma de abside, era una inmensa cabeza con pico y cuyo ojo era una ventana circular. Una vision muy loca para estar en medio del campo balines. Estaba todavia en construccion y no sabemos la historia detras de ella, pero no era una vision habitual.
Poco mas adelante llegamos al Danau Bratan, el lago mas popular de la isla. Al coincidir en festivo, nos topamos con todos los domingueros locales. El ambiente era tremendamente divertido: patinetes en forma de pato compitiendo con lanchas rapidas, fotografos oficiales con camara e impresora en ristre retratando a familias enteras junto al muelle, novios rematando el reportaje de boda junto a uno de los templos mas representativos, parcialmente construido en el lago. Paseamos por la zona, que rezumaba actividad, mucha de ella indeseada. Un puesto con animales locales (murcielagos gigantes, tucanes, serpientes, iguanas, ....) cobraba 30.000 rupias por una foto estirando las alas del mamifero asustado, estrujando al pobre orfido o dejandose picotear por algun tucan ya cabreado. Un espectaculo inmundo pero que todavia atrae a mucho indeseable.
Nos tomamos un cafe, acompanyado de unos snacks con forma de hoja (espinacas en tempura hechos galleta) y unas especies de rosquilletas de cacahuete. Espectaculares.
Seguimos camino hacia los otros dos lagos, el Danau Buyan, donde los sempiternos monos aparecian, aunque esta vez mucho mas rollizos y bien alimentados que en otros rincones donde los hemos visto. Poco mas abajo, el lago Temblingan tambien ofrecia unas vistas impresionantes.
Continuando nuestra ruta, dimos con el pueblo de Munduk. Todavia a 1200 metros de altitud y notando el fresco, pero algo mas recuperados tras la subida por la carretera frondosa y umbria, paramos a pegar un bocado. Casualmente frenamos frente a una de las tantas opciones que aparecian en el pueblo, sin saber muy bien si el establecimiento estaba abierto. Enseguida desplegaron las puertas de par en par, apareciendo ante nosotros una preciosa casa colonial en gran estado de conservacion con una decoracion sorprendente. El chef y duenyo, Putu Chaly, colgaba en diferentes retratos en muchas de las paredes. Resulto ser unos de los mejores cocineros del sudeste asiatico. Ha trabajado para las mejores cadenas hoteleras y hace 3 anyos se retiro, decidiendo renovar la antigua casa de su difunto tio y asentarse en su pueblo natal.
El warung Akar es la mejor experiencia gastronomica que hemos tenido no solo en Bali sino en toda Indonesia. Aparte de ingredientes cuidadosamente seleccionados, la factura es increible y el resultado, excepcional. Pedimos un curry de tofu y tempe con verduras para chuparse los dedos, otro plato de vegetales con patatas (que sabian a otra cosa) y Areia pidio una tortilla (con pollo, tomate, queso y no se que mas) que devoro en un abrir y cerrar de ojos. El postre no se quedo atras. Un "cocido" de platano en leche de coco y canela, unos rollitos de coco con azucar de palma. Y para rematar, un cafe de la cosecha de Putu. Cafe fermentado. Un caldo suave, intenso pero con un 30% de cafeina. Nos conto como lo elaboraba y el proceso para llevarlo a cabo, que lo hace el de manera exclusiva en la isla. Nos comento tambien como el "Kopi Lwak" (el cafe mas caro del mundo) es ahora una tomadura de pelo y apenas hay una variedad que realmente se haga traves de las heces del zorrillo, sino que suele ser una mezcla que apenas "huele" esas cagadillas tan "delicadas".
La charla y el rato con Putu fueron un autentico lujo. Un personaje de esos que te alegran el dia y que te ensenyan mas que muchos libros. Una maravilla.
Nos despedimos porque se nos estaba haciendo tarde. Eran las 15 horas y teniamos apenas 3 horas de luz y mas de 150 kms por delante si queriamos cubrir la ruta que nos habiamos trazado.
La carretera descendia, siempre por paisajes increibles. Seguimos con la iniciativa de optar por carreteras secundarias y disfrutar de la tranquilidad y la hospitalidad que permanece en estos pequenyos rincones. Nos encontramos con los arrozales mas increibles que se puedan imaginar. Y que no aparecen en ninguna guia. Los hemos visto de todos los colores y tamanyos, marrones, amarillos, verdes intenso, con agua, secos, con bolsas al viento, con gente, vacios, largos, cortos, redondeados, planos, en terraza, en llano. Tenemos la coleccion de imagenes de todos ellos. Pero los mas hermosos siguen siendo los de la carretera de bajada hacia Papuan.
La luz de la tarde nos acompanyaba y todo se tenyia de color naranja. Los reflejos en el agua eran intensos e hipnotizaban. Las montanyas de mas de 2000 metros quedaban a nuestras espaldas.
Habiamos querido llegar a la costa y visitar el templo mas fotografiado de todo Bali, el Tana Loht, pero la luz desaparecia por momentos y nos arriesgabamos a perdernos o a hacer demasiado largo el regreso. Optamos por tomar direccion a Ubud. A partir de las 17 horas el trafico en las carreteras principales se colapsa y es un autentico caos. Con tranquilidad y acompanyando los ultimos rayos de sol, los reflejos sobre los campos y los colores rojizos de fondo, llegamos de nuevo cerca de la ciudad. Hicimos una parada en una poblacion cercana, donde un mercadillo nocturno rezumaba actividad. Gulae Kamping y Soto Kamping (una sopa y unos pinchitos de algo que no acierto a saber) para rematar un dia perfecto.
Con una sonrisa de oreja a oreja, llegamos a Ubud, aparcamos la moto frente a nuestra casita, estiramos las piernas (estabamos francamente cansados) y buscamos un sitio donde tomar un dulce y celebrar nuestra reconciliacion con la isla.
Al final recabamos en nuestro warung particular, el que regentan los duenyos de nuestra pensioncilla. Unas pastas de coco rebozado y unas limonadas con miel hicieron las delicias de los tres y pusieron punto final a un dia de emociones, intensidad y de encontrar el Bali que estabamos deseando.