Los "protas"

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De madre aventurera, hija trotamundos. Una aporta la experiencia, otra el sentido común. La suma de las dos: una serie de vivencias inolvidables y unos recuerdos indelebles.

lunes, 3 de agosto de 2015

La fiereza de Chiapas

En realidad, ¿por qué andar con prisas? Aunque yo había abierto los ojos a las 7, Areia seguía durmiendo tranquilamente. Pero tampoco era necesario salir para San Juan Chamula a la misma hora que todos los tours. De hecho, decidí darles ventaja. 

Eran casi las 11 cuando por fin encontrábamos un sitio para desayunar. Aunque Mari nos sedujo el día anterior, estaba en dirección opuesta a nuestra ruta, y decidimos quedarnos a tomar algo en el mercado. Los desayunos populares en México se componen de arroz, frijoles, ensalada, tortillas (que no falte!!) y la pieza que prefieras (pollo, res, carne al pastor...). Todo ello acompañado de un agua fresca o un licuado. 

A rebosar y ya rozando el mediodía, salimor para coger el colectivo de San Juan Chamula. El pueblo queda a algo más de 10 kms de Sancris, apenas 20 minutos de recorrido, pero más de 10 para salir de las cuatro calles que rodean el mercado. Cuando llegamos, la furgoneta estaba casi a rebosar de mujeres y niños, pero aún hubo lugar para media docena de pasajeros más. Muy lejos de los estándares del ADO pero mucho más divertido. 

Chiapas y sus pueblos son conocidos por su determinación y su extrema personalidad fuerte. Aunque en estos momentos los zapatistas pasan por una fase tranquila, durante años supusieron un gran problema para el gobierno mejicano. La imagen del pasamontañas, del guerrillero chapatista, es un icono de la zona, venerado y divulgado (al principio no entendíamos qué tenían que ver esos "muñequitos ninja" en el mercado. Luego supimos el porqué...)

Y es que las comunidades de Chiapas son muy suyas. El mismísimo Vaticano decidió mandar a los Chamulanos a tomar viento...s diferentes dada su insistencia en hacer las cosas diferentes. Sólo cuentan con el bautismo como sacramento y el matrimonio no es más que una unión de palabra entre dos personas con apenas una celebración en familia. La iglesia de San Juan es de lo más peculiar. No posee ni un solo banco. El suelo está recubierto de hojas de pino, que forman una alfombra gigante y que, así mismo, se puede retirar para hacer hueco y poder colocar las velas necesarias.

La mayoría de la gente que va a la iglesia va a pedir o dar las gracias. Las velas para agradecer se colocan sobre las mesas laterales, normalmente en un recipiente. Las de pedir se disponen sobre el suelo, en colores y tamaños diferentes. Cuando alguien está enfermo, el "orador" (el chamán) les da la solución según la gravedad de lo que aqueja. La familia pasa una gallina (o un pollo) sobre el cuerpo de la persona enferma para que el animal adquiera el mal, para matarlo a continuación y hacer desaparecer las dolencias. Luego lo llevan a la iglesia y lo ofrecen junto con "posh" (o pox), bebidas y refrescos. Y de esa forma la curación está en camino. 


El tempo de San Juan es posiblemente uno de los más mágicos y fotogénicos que he visto. Por desgracia, los autobuses que van descargando pasajeros le restan cierta paz y, por otro lado, la fotografía esta total y absolutamente prohibida. Pero sigue siendo un deleite pasear y observar, tratando de flotar sobre lo que está ocurriendo y perdiéndose en las nubes de humo que emanan de las miles de candelas en acción. 

En San Juan apenas se oye el español. Tienen su propio idioma que también defienden a ultranza. Eso sí, para vender el idioma patrio sale clarito y alto. Aunque no son vendedores persistentes y cansinos. 

Hicimos una visita (esa sí, en silencio  y en privado) al cementerio. La clave está en entender el sistema de colores. Las cruces negras son para aquellos que murieron de viejos. Las blancas para los que no pasaron de la niñez y las azules (o verdes) para el resto. Eso sí, aparece la fecha de muerte, pero no la de nacimiento, con lo cual no supimos el estándar de vejez media del pueblo.

A las 3 de la tarde no había rastro de ningún tour organizado. La paz había llegado a San Juan. Momento ideal para pasear por el tranquilo mercado,merodear por las calles o apostarse en el kiosko de la plaza central para robar algunas fotos con objetivo. Pero incluso de lejos te ven venir y se tapan ipso facto con una manta. No son listos (y determinados) ellos ni "ná"...

Empezaba a bajar el sol cuando tomamos el colectivo de regreso para Sancris. Volvíamos con lo puesto tras regatear fieramente por algunos objetos y saber que no llevábamos más que una cantidad fija en el bolsillo. 

De regreso a casa, optamos por una idea a la que habíamos estado dando vueltas. A pesar de que no somos grandes amigas de los tours, a veces te facilitan el movimiento e incluso te hacer ahorrar algo de dinero. Ir a Palenque por nuestra cuenta nos iba a salir a cerca de 500 pesos. Con organización eran cerca de 800 pero también podíamos hacer paradas y ver un par de lugares a los que teníamos ganas. Y tomar luego Palenque como base para alguna escapada.

Antes de despedirnos de Sancris, subimos a la Virgen de Guadalupe. Más que una misa aquello era una fiesta. Bailoteando, manos para arriba, manos para abajo, el personal andaba celebrando la grandiosidad de Dios bajo la atenta dirección de un showman (o un cura!?) que llevaba la voz cantante (de forma muy apropiada). Mientras el sol se ponía, nosotras bajábamos los 72 escalones del templo y veíamos asomar algunas nubes poco amigables.

Sancris se puso a llorar en nuestra última noche. 


 

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